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Jairo, el tarefero que le canta a la vida

15/06/21
Nuestra Historia
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Desde gurí, Jairo Camacho siempre tuvo claro que lo suyo era la guitarra y el canto, escuchalo en el video, al final de la nota.

Desde gurí, Jairo Camacho siempre tuvo claro que lo suyo era la guitarra y el canto e incluso llegó a presentarse en programas de radio en su pueblo natal San José, pero la crisis económica obligó a dedicarle más tiempo al trabajo agrario que a la veta artística.

Aun así, nunca dejó de cantar, principalmente porque hacerlo es como una terapia para superar momentos difíciles, y a sus 37 años de edad, sin proponérselo, se volvió famoso luego de que sus amigos difundieran un video con sus canciones en las redes sociales.

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Le doy gracias a la vida y a Dios que en nuestra familia tuvimos una buena educación.

En su casa de madera, rodeada de montecito y dos arroyos de agua cristalina en un barrio periférico de San José, este trabajador de la yerba mate nos recibió a pura sonrisa y cargado de optimismo, marcas registradas en su trayectoria.

“Le doy gracias a la vida y a Dios que en nuestra familia tuvimos una buena educación; mis papas me enseñaron el respeto por sobre todas las cosas, ser sencillo y darse con todos”, fue lo primero que nos dijo al iniciarse la entrevista.

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Las ganas de superarse, la guitarra y el canto estuvieron presentes desde muy pequeño en su hogar. “Mi papá no tenía día malo, estaba siempre alegre, toca la guitarra y cantaba; era técnico de radio, en ese tiempo se usaba mucho la radio a pilas, no era que entraba mucha plata pero siempre daba para salvar el puchero; y mi mamá era trabajadora de casas, luchó toda la vida, muy fuerte, le debo todo..”, cuenta

. “Hice la escuela primaria y cuando iba a cursar la secundaria, había demasiada crisis económica y me puse a trabajar en un matadero, ahí me daban plata y también algo de carne que ayudaba en la casa.

Después empecé con mi hermano en la tarefa y ahí fui aprendiendo, me fue gustando porque siempre me daba una tajada de su ganancia y cada vez me gustaba más porque podía comprarme cosas, tener lo mío… lo más lindo que hay para un joven es poder comprarse él mismo su zapatillas, su ropa; lo más bueno es poder salir con la frente bien en alta, poder, a pesar de toda la pobreza, decir: ‘esto me gané trabajando’”, destaca Jairo.

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Además de su papá, el incentivo para abrazarse a la guitarra llegaron también desde “el tío José Camacho; de José Alderete que tenía discapacidad en la mano, tocaba folclore, una hermosura, le enseñó a muchos chicos; y de mi vecino José Martínez, que me decía ‘vamos a tocar guitarra, vos vas a ser cantante’ y cuando fui creciendo me empezó a llevar a las radios”, memora.

Toco la guitarra a la tardecita y canto, a la hora del descanso en el yerbal, cuando nos juntamos para charlar y para el carayá, o durante la cosecha porque para mí es una terapia que me aleja el dolor de la mano o la tristeza porque extraño a la familia.

Es así que la música y el mate fueron sus grandes compañeros desde entonces. “Cuando empecé a trabajar más fuerte tuve que dejar la música a un costado pero siempre seguí cantando para los compañeros, para divertirnos.

Por ejemplo a la tardecita, a la hora del descanso en el yerbal, cuando nos juntamos para charlar y para el carayá, o durante la cosecha porque para mí es una terapia que me aleja el dolor de la mano o la tristeza porque extraño a la familia”, dice. Jairo canta distintos estilos de música. “Me gustan todos: chamamé, folclore, cachaca, música cristiana y música romántica que es la que más llega al corazón”.

Jairo se dedica principalmente a la cosecha de yerba mate y en el período interzafra trabaja como albañil o en la extracción de resina de pino. Junto a su esposa Patricia Ramírez tiene cuatro hijos: Sandra (25), Jonathan ( 19), Emanuel ( 15) y Mariana (11) , y dos nietas Sofía Ayelen Galarza y Génesis Evelyn Galarza.

Viajé a Río Negro para la cosecha de manzanas y peras; a Entre Ríos para recolectar naranjas y arándanos; estuve en Buenos Aires en un frigorífico de pollos.

Vivió en otros lugares del país, pero no cambia la tierra colorada por ningún otro punto de la Argentina. “Viajé a Río Negro para la cosecha de manzanas y peras; a Entre Ríos para recolectar naranjas y arándanos; estuve en Buenos Aires en un frigorífico de pollos y como cuidador de caballo puro, también estuve en Corrientes, siempre trabajando, cosechando y cantando, pero no me hallo lejos de Misiones, no hay paisaje y tranquilidad como acá, es pedirle demasiado a Dios si uno quiere más de la vida”, resume.

Mi sueño mayor es que todos podamos estar felices, eso sería un logro... me gustaría decirle a la gente que a veces es difícil, pero se puede.

Sobre qué sueño le gustaría ver realizado, nos dice : “Mi sueño mayor es que todos podamos estar felices, eso sería un logro... me gustaría decirle a la gente que a veces es difícil, pero se puede; hay momentos que el cosechero, el colono, el productor, se sienten muy oprimidos pero hay que tener presente que siempre hay una luz de esperanza. Pienso que lo que se te presenta en la vida es lo que uno quiere ver: a veces podemos ver un muro y decir ‘no voy a poder cruzar’, pero podemos buscar la forma de atravesar ese muro o de hacerlo desaparecer”.

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